Casiodoro de Reina y la intolerancia Calvinista. ¿Persiguieron los Calvinistas al Reformador?

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Creo que hay mucho interés en la Reforma Protestante, dado a la cercanía de los 500 años de la Reforma Magisterial (fijense, calificó a que Reforma me estoy refiriendo). Este interés esta trabajando muy bien para algunos que quieren proclamar una “Nueva Reforma” en Latinoamérica, pero también esta trabajando para el interés de la otra ala de la Reforma, la Radical.

Teniendo esto en mente, el escritor Mexicano, Carlos Martinez Garcia, ha escrito una excelente introducción al traductor de la Biblia en Español, Casiodoro de Reina. Lo que resalta para mi del escrito de Martínez, es que Reina no solamente fue perseguido como hereje por los Católicos Romanos, ¡sino que también por los propios Calvinistas cuando él se alojó en Ginebra!

Aca unos párrafos de como llego Reina a Ginebra, y lo que pensó ultimadamente de ella:

Reina llegó a Ginebra a finales de 1557. Inicialmente entusiasmado con la reforma teológica y eclesiástica ginebrina, se unió a la iglesia de feligresía mayoritariamente italiana que pastoreaba Juan Pérez de Pineda (Jorge Ruiz Ortiz, “La Confesión de Fe de Casiodoro de Reina, ¿Una Confesión reformada?”, Aletheia, núm. 2, 2003), quien había salido de Sevilla en 1551, por temor a ser apresado por el Tribunal del Santo Oficio. Se refugia en Ginebra, donde en 1556 publicaría su traducción del Nuevo Testamento al castellano, tarea en la que le fue de gran ayuda la traducción que del mismo libro realizó en 1543 Francisco de Enzinas.

Poco a poco Reina va marcando distancias con Calvino y sus discípulos. No permaneció mucho tiempo en Ginebra, porque no estaba de acuerdo con Pérez de Pineda, quien “seguía las directrices oficiales de la Iglesia de Ginebra en lo que respecta a los anabaptistas. Reina rechaza el rigor contra otros protestantes y seguramente por ello persuadirá entonces a algunos miembros de la congregación española –entre otros, sus padres, sus hermanos y el prior del monasterio de Sevilla, Francisco Farías– a irse con él a Londres. A causa de este episodio, el pastor Juan Pérez llamará a Reina, tal vez con una cierta ironía, el Moisés de los españoles” (Jorge Ruiz Ortiz, p. 3). Y es que en Casiodoro “reinaba una conciencia autónoma como en Servet. Reina llegó a ejercer en Ginebra cierta influencia perturbadora entre el grupo de refugiados españoles, diciendo que Ginebra era la segunda Roma, provocando aun al mismo Pérez a disputar con él” (José C. Nieto, El renacimiento y la otra España. Visión sociespiritual, Librairie Droz , Ginebra, 1997, p. 469).

Las negritas son puestas por mi para acentuar que el que tradujo la biblia a nuestro idioma, pensaba que lo que Calvino había hecho en Ginebra, era hacer otra Roma, una Roma Protestante, por su trato y persecución de los Anabaptistas y todo aquel que no estaba de acuerdo con el.

Pero como ya se ha mencionado antes en este blog, y en muchos otros sitios, fue el hecho que Calvino dejó que muriera Servet por no aceptar la Trinidad y el bautismo de infantes, que terminó desilusionando a Reina más aún sobre lo que el Reformador Magisterial estaba haciendo en Ginebra. Muchos quieren exonerar a Calvino del hecho, pero dado que después escribió al respecto, defendiendo y justificando el hecho, demuestra las verdaderas intenciones de el. Aca esta lo que su contrario, Sebastian Castellio, comento al respecto.

A la controversia se sumó Teodoro de Beza, y lo hizo en apoyo a Calvino, “denunciando las impiedades vomitadas” por Castellio. Éste volvió a la carga en Contra el libelo de Calvino, una de cuyas copias manuscritas llegó a Ginebra en junio de 1554. Al parecer no hubo impresor que se atreviera a desafiar la censura, por lo que solamente se conoció en formato manuscrito y circuló de mano en mano. Castellio explicó en el prefacio que no pretendía “defender las doctrinas de Servet, sino mostrar la falsedad de Calvino”. Sebastián afirmaba que era más peligroso para sus críticos ofender a Calvino en Ginebra que en su palacio al rey de Francia, y agregó: “Si un cristiano llega a Ginebra, será crucificado. Porque Ginebra no es un lugar de libertad cristiana. Está gobernada por un nuevo Papa, uno que quema personas vivas, mientras el Papa de Roma por lo menos primero las estrangula” (Perez Zagorin, op. cit., p. 116).

A esto se le puede sumar mi entrada donde documento lo que Calvino le dijo a sus contemporaneos sobre su role en la muerte de Servet.

Castellio, como los Anabaptistas y la Reforma Radical, no podían ver la diferencia entre la Reforma Magisterial, que mataba a sus oponentes, con la Iglesia Católica, que también lo hacía. Lutero y Zwinglio, y después Calvino, no conocían o estaban interesados en la tolerancia religiosa que ahora gozamos. Ese concepto fue primeramente propuesto por los Anabaptistas, que con su sangre, pagaron el precio de la libertad de conciencia que ahora gozamos. La Inquisición fue de los dos lados, y me atrevo a decir, que muchos Luteranos Confesionales como también Calvinistas el dia de hoy, al verse a la defensiva, se han tornado en denunciadores de aquellos que no piensan como ellos, anatemizandolos. De qué me sirve denunciar a Trento con sus anatemas, si los que también creen en la supremacía de la Biblia, justificación por fe, sacerdocio de todos los creyentes, (todas doctrinas de la Reforma Protestante) ¡me llaman a mi hereje y anatema!

Casiodoro salió de Ginebra decepcionado, y aprisa, sospechando que su apelación a la libertad de conciencia, lo hizo sospechoso ante las autoridades religiosas de Ginebra.

Se debe de apuntar, que Cipriano de Valera, al parecer, tenía más simpatía con Ginebra que Reina. No obstante, optó por trasladarse al Reino Unido.